jueves, 24 de diciembre de 2015

EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD



Erase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades religiosas, como la Navidad.
Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.
Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.
-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!
Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.
Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.
Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó a amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana.
Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.
-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.
Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se alejaran más.
Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron.
El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.
-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada?
Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.
-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.
Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.
El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza:
-Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!
Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día:
-¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!
De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios hizo que Su Hijo se volviera como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.
Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: "¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!"


Con esta reflexión, les deseo con mucho cariño una feliz Navidad en la que el Niño Jesús nazca en cada corazón de tu familia y les colme de bendiciones.




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El "Sí" de Maria.
 26 Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
 28 Y entrando el ángel a donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
 29 Pero ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras y pensaba qué salutación sería esta.
 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
 31 Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
 32 Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
 33 Y reinará en la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.
 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Porque no conozco varón.
 35 Y respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios.
 36 Y he aquí, tu parienta Elisabet también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que era llamada estéril;
 37 porque ninguna cosa es imposible para Dios.
 38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de ella.











lunes, 23 de noviembre de 2015

ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA



 Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro, que siempre se excedía midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un precioso mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en un grupo se buscan a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.



Es fácil encontrar defectos, cualquiera puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.


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miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL CANASTO DE CARBON

Cuenta la historia de un anciano que vivía en una granja en las montañas de Mendoza con su joven nieto.
Cada mañana, el abuelo y su nieto se sentaban a la mesa de la cocina para leer la vieja y estropeada Biblia.
Un día el nieto le preguntó: - abuelo, yo intento leer la Biblia, me gusta mucho pero no la entiendo y lo poco que logro entender se me olvida enseguida.
¿Por qué necesitamos leer la Biblia? ¿Qué tiene de bueno?
El abuelo que escuchaba, mientras echaba carbón en la estufa, respondió: - Querido hijo, toma el canasto de carbón ve al río y tráemelo lleno de agua.
El nieto obedeció a su abuelo, aunque toda el agua se perdió antes de que él pudiera volver a la casa.
El abuelo se rió y dijo: - Tendrás que caminar más rápido y lo envió nuevamente al río con el canasto del carbón para hacer un nuevo intento.
Esta vez el niño corrió todo lo que pudo, pero de nuevo el canasto estaba vacío antes de que llegara a la casa.
Casi sin respiración, le dijo a su abuelo. - Llevar agua en un canasto de carbón es imposible, nunca lo lograré. Si tú quieres que traiga agua iré con otro tipo de recipiente.
Pero el anciano dijo: - Es que yo no quiero un recipiente de agua, quiero un canasto de agua.
- Tú puedes lograrlo, trata de ir más rápido y lo conseguirás.
El anciano salió, para ver lo que hacía su nieto. El niño sabía que era imposible, pero quería demostrar a su abuelo que aún cuando corriese tan rápido como podía, el agua se saldría antes de que llegase a la casa.
Al llegar de nuevo con el canasto vacío, dijo: - ¡Mira abuelo, es inútil!
- ¿Por qué piensas que es inútil? Le preguntó el anciano. Mira dentro del canasto, ¿no ves algo diferente? El niño miró el canasto y no vio nada especial, pero de pronto se dio cuenta de que en lugar de estar sucio y lleno de restos de carbón, estaba muy limpio.
-Hijo, le dijo el abuelo, esto es lo que pasa cuando tu lees la Biblia, tal vez no puedes entender o recordarlo todo, pero a medida que la vas leyendo te limpia por dentro.
“Ésa es la obra de Dios en nuestra vida. Para transformar nuestro interior, debe lavarnos lenta y constantemente hasta producir una limpieza, que le permita obrar sin ningún tipo de obstáculos”




viernes, 13 de noviembre de 2015

EMPUJA LA ROCA


Empuja!!!
Cuentan que un muy buen hombre, que vivía en el campo, tenía problemas físicos. Un día se le apareció Jesús y le dijo: "Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña, y te pido que la empujes día y noche durante un año".

El hombre quedó perplejo cuando escuchó esas palabras, pero obedeció y se dirigió hacia la enorme roca de varias toneladas que Jesús le mostró.
Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía mover la ni un milímetro. A las pocas semanas llegó el diablo y le puso pensamientos en su mente: "¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús? Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que de nada sirve que sigas empujando esa roca, nunca la vas a mover".
El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía se mantuvo en pié con su decisión de empujar. Con los meses, desde que salía el sol hasta que se ocultaba, aquel hombre empujaba la enorme roca sin poder mover la, mientras tanto su cuerpo se fortalecía, sus brazos y piernas se hicieron fuertes por el esfuerzo de todos los días.
Cuando se cumplió el tiempo, el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: "Ya he hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un centímetro". Y se sentó a llorar amargamente pensando en su muy evidente fracaso.
Jesús apareció en ese momento y le dijo: "¿Por qué lloras? ¿Acaso no te pedí que empujaras la roca? Yo nunca te pedí que la movieras… Ahora, mírate, tu problema físico ha desaparecido. NO has fracasado, yo he conseguido mi meta, y tú fuiste parte de mi plan".
Muchas veces al igual que este hombre, vemos como ilógicas las situaciones, problemas y adversidades de la vida, y empezamos a buscarle lógica, nuestra lógica, a la voluntad de Dios y viene el enemigo y nos dice que no servimos, que somos inútiles o que no podemos seguir.
El día de hoy es un llamado a "empujar" sin importar qué tantos pensamientos de duda ponga el enemigo en nuestras mentes, pongamos todo en las manos de Jesús, y El por medio de su voluntad nunca nos hará perder el tiempo, mas bien, nos hará ser más fuertes!



-Jeremías 29:11 "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis."
-Romanos 12:2 "Reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
-Filipenses 1:6 "Estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;"
-Proverbios 3:5-6 "Fíate del Señor de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia. Reconócete en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas."

AMIGO MIO

AMIGO MIO



Resultado de imagen para amigoAmigo mío, que bonitos sentimientos

hay un verso que dice así:

“De lo que abunda en tu alma, habla tu boca”

y es que solo tu escribes con tal apasionamiento.



De verdad te digo con sinceridad

que deseo mucho tu amistad

deseando siempre tu felicidad

estando ambos en unidad.



Al conocerte a ti, conocí la verdadera amistad,

aunque creas tu que esto no es realidad

te lo digo en completa tranquilidad

de frente te lo repito sin perder oportunidad.



Que no te de pena ocultar el amor

vivir sin amor es aterrador

declarar tu amor será lo mejor

aunque creas que es ilógico y atribulador.



Déjame decirte amigo mío

que tus palabras nunca ofenden

al contrario, me prenden

y por eso me atrevo y te contesto el desafío.



Algún día no muy lejano te visitaré mi querido amigo

pero nunca pidas limosnas mi amigo querido

pues tu te mereces más que un cumplido

porque siempre me has brindado tu abrigo.



MARIA DE LOURDES HERNANDEZ FUENTES

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Las Cuatro Esposas

Había una vez un rey que tenía cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Sólo le daba lo mejor. También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles. 

La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca. Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, apenas si el se fijaba en ella. Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló: Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo".

Así que le pregunto a su cuarta esposa: "Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo,¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"
"¡Ni pensarlo!", contestó la cuarta esposa, y se alejó sin decir más palabras. Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo afilado.

El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa:
"Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿Estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"
"!No!", contestó su tercera esposa. "¡La vida es demasiado buena! Cuando mueras, pienso volverme a casar!"
Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.

Entonces preguntó a su segunda esposa: "Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"
"¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!", contestó la segunda esposa. "Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte". Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.

Entonces escuchó una voz:
"Me iré contigo y te seguiré dondequiera que tu vayas". El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición.
Profundamente afectado, el monarca dijo: Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!"

En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.
Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuanto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos.

Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros.

Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro.

Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará dondequiera que vayamos. Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora! Es el regalo más grande que puedes ofrecerle al mundo. ¡Déjala brillar!